mis manos blancas
luz de aquel lucero
que llaman del alba,
me guía por senderos
llenos de esperanza.
¡Y entre amapolas
protege mi alma!.
Con su firme paso
llega la alborada
y la estrella errante
parece se apaga
cortesía que tiene
todas las mañanas
para darle paso
a la estrella dorada
brillando en mi cielo
sus ojos levanta
y todo el universo
un manto me presta
Cubriendo mi espalda.
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